Dieta para una piel radiante
¿Por qué tener una piel sana y radiante es uno de los objetivos más buscados por mujeres y hombres, pero también el más difícil de conseguir?
Algunos la ven simplemente como una barrera que les separa del mundo exterior; para otros, en cambio, es el espejo del alma. En todos los casos, la piel es lo que realmente es visible para los demás, por lo que está sometida a juicios y presiones todos los días. Este es motivo suficiente para examinar más de cerca este órgano con funciones muy versátiles, y para comprender plenamente su estructura.
La piel es un tejido continuo, que pertenece al sistema tegumentario, y está compuesta por tres capas principales que, desde el exterior hacia el interior, se denominan: epidermis, dermis e hipodermis (o capa subcutánea).
Tiene una gran cantidad de funciones importantísimas: nos protege de los traumatismos, de las radiaciones ultravioletas, de los microorganismos y de los agentes químicos; evita la pérdida de líquidos; participa en el mecanismo de termorregulación, junto con las glándulas sudoríparas y es capaz de regular el flujo sanguíneo; coordina la respuesta inmunitaria contra los tumores y los agentes patógenos; interviene en la función sensorial; y representa una importante reserva de lípidos.
Por último, la piel también tiene propiedades metabólicas, ya que en ella tiene lugar la síntesis de la vitamina D.
Una piel con poros cerrados y bien hidratados, vasos visibles o invisibles, un aspecto joven y naturalmente radiante, un cutis uniforme: absolutamente todo depende de la calidad de la epidermis.
La matriz epidérmica (membrana basal) se adhiere a la piel (dermis) a través de células cilíndricas, y el objetivo es hacer que la unión entre epidermis y dermis sea lo más sólida posible.
Cuanto más fuerte sea la estructura de la dermis, es decir, los tejidos conectivos, más firme y resistente será la piel.
Su salud se ve afectada por factores genéticos, la edad y el proceso natural de envejecimiento, pero también por factores adquiridos, como el grado y la duración de la exposición al sol, el viento, el frío, los contaminantes ambientales, el tabaquismo, los tratamientos cosméticos inadecuados, una dieta desequilibrada, la hidratación insuficiente y el estrés, que pueden contribuir a la degradación de este cojín de tejidos conectivos.
Las consecuencias son claramente visibles en la superficie. Mi consejo, por lo tanto, es que cuides tu piel cuidando tu cuerpo en su conjunto, es decir, adoptando un estilo de vida que preste atención a:
- Alimentación;
- Actividad física;
- Ingesta de agua;
- Horas de sueño;
- Exposición al sol;
- Tabaquismo;
- Alcohol.
A menudo se oye hablar de los “radicales libres” como “asesinos de la piel”, ya que dañan las células (estrés oxidativo) y los principales componentes de la piel (colágeno y elastina), lo que provoca una pérdida de elasticidad, el colapso de los tejidos conectivos, la formación de arrugas y envejecimiento.
Se trata de un proceso totalmente natural y que forma parte de nuestra vida, pero podemos ayudar a nuestro organismo a defenderse del ataque de los radicales libres mediante sistemas antioxidantes, para que esta tarea no les resulte más difícil.
Una dieta con alimentos naturalmente ricos en antioxidantes:
Vitamina C
Es el antioxidante que está presente en mayores concentraciones en nuestro organismo. Desempeña un papel fundamental en el crecimiento y la reparación de los tejidos, una acción protectora contra los efectos de la contaminación atmosférica y la fotooxidación debida a la radiación ultravioleta, y también interviene en la síntesis del colágeno.
Los alimentos con mayor concentración de vitamina C son: el kiwi, las fresas, los cítricos, el melón, los pimientos amarillos y rojos, las verduras de hoja verde como los espárragos, el brócoli, los tomates, las espinacas, la albahaca y las hierbas aromáticas.
Vitamina A
Potente antioxidante capaz de favorecer la síntesis de los componentes de la piel.
La encontramos en los huevos, la leche y los productos lácteos, y el hígado; mientras que el betacaroteno, que es su precursor, se encuentra en las verduras de color amarillo-naranja y de hoja verde (zanahorias, calabaza, melón, brócoli, espinacas, pimientos, naranjas, albaricoques).
Vitamina E
Vitamina capaz de combatir los radicales libres y de proteger los ácidos grasos esenciales y la vitamina A contra la oxidación. El alimento que más la contiene y que debería estar siempre presente en nuestra dieta es el aceite de oliva virgen extra. Desde la antigüedad, siempre ha tenido el poder de calmar los enrojecimientos, prevenir el agrietamiento y combatir el envejecimiento de la piel. Otros alimentos ricos en ella son el germen de trigo, los frutos secos y el pan integral.
Agua
Además de prevenir los radicales libres, una dieta adecuada contra el envejecimiento prematuro de la piel debe incluir una buena hidratación.
Por lo general, se recomienda a las personas que no padecen ninguna enfermedad que beban diariamente al menos 2 litros de líquido a través de bebidas que, junto con frutas y verduras frescas, ayudan a prevenir la sequedad y la descamación.
Minerales
Los micronutrientes también son importantes para una piel sana. En particular, el Potasio, el Selenio y el Zinc desempeñan un papel importante en la síntesis de las fibras que componen el tejido subcutáneo, brindando elasticidad y firmeza a la piel. Una ingesta diaria de frutas y verduras, variando su color varias veces a la semana, garantiza la cuota necesaria de vitaminas y minerales.
La frescura de las verduras de temporada es importante, ya que los procesos de conservación o el cultivo forzado reducen sus características nutricionales; asimismo, alternar entre verduras permite introducir todos los nutrientes necesarios.
Col, brócoli y coliflor, legumbres ricas en proteínas vegetales, vitaminas, fibra y potasio.
Vitaminas del grupo B, capaces de favorecer la renovación de las células de la piel y las mucosas. Los cereales no refinados, la leche, la carne, el pescado, las verduras frescas y los frutos secos son ricos en estas vitaminas.
Omega 3, es decir grasos esenciales poliinsaturados como componentes de las membranas celulares.
Los pescados, sobre todo los grasos como la caballa, las sardinas, las anchoas y el salmón, y los frutos secos como las nueces son ricos en omega 3.
Estilo de vida
El abuso de alcohol no sólo daña el cuerpo en general, sino que también provoca una profunda deshidratación, produce radicales libres y envejece rápidamente no sólo la piel, sino todo el cuerpo.
El remedio más eficaz es beber sólo un vaso de vino al día en el caso de las mujeres y 2 en el de los hombres, y no beber licores.
El tabaquismo, además de una tez apagada y falta de luminosidad, acelera la aparición de arrugas.
Fumar produce radicales libres y vasoconstricción, lo que puede provocar cambios en el tejido conectivo, la elastina y el colágeno.
El sedentarismo, la ausencia de actividad física regular, sobre todo de tipo aeróbico, reduce la vascularización y la formación de capilares, lo que disminuye la nutrición de la parte más externa: la piel.
Una buena dieta es mucho menos efectiva para quienes son sedentarios; la piel se ve mucho mejor y más saludable si se practica alguna actividad física.
Una buena actividad física aeróbica debe incluir al menos 150 minutos por semana con sesiones diarias de 30 minutos o más.
El envejecimiento prematuro de la piel lleva mucho tiempo, y es difícil notar que la piel se ha dañado de la noche a la mañana.
Por ello, la prevención debe adoptarse desde una edad muy temprana teniendo en cuenta que no sólo se beneficiará la piel, sino todo nuestro organismo. ¿Y por qué no, empezando por nuestra propia mesa?
PARRA LLEVAR PUESTO
• Una ayuda adicional puede ser el uso de prendas que mejoren la hidratación y la elasticidad de la piel, tanto durante el día (ver leggings estilizantes funcionales o activewear) como por la noche (ver pijama drenante), sin olvidar los cuidados de la piel del rostro (ver Beauty-Pack).